Una JOVEN CULTA y piadosa
Su madre, María, la cuarta hija de los Reyes Católicos, tuvo una formación extraordinaria, junto a los instruidos Luis Vives y Beatriz Galindo. También ella procuró la mejor formación para sus hijos, especialmente para Isabel, quien pronto aprendió de la mano del humanista Gil Vicente, a hablar y traducir el latín, a tocar varios instrumentos, y a leer los clásicos, incluyendo libros de filosofía estoica como los Pensamientos de Marco Aurelio. Su biblioteca, además estuvo adornada con otros volúmenes dedicados al culto y la oración, como mujer piadosa, paradigma de la virtud.
DESIGNADA para un REY
La cláusula del testamento de su madre María, mandaba expresamente que no se casasen sus hijas sino con reyes o con hijos legítimos de reyes. De no ser así, antes de contraer matrimonio con nobles del reino, debían ingresar en religión. Tal era el alto designio, escrito para su destino, por su misma madre.
LA BODA
La ciudad de Sevilla recibió a la novia una semana antes de que el emperador acudiera. Desde la puerta de la Macarena, varios arcos de triunfo, efímeros, decoraban con imágenes de esposos y enamorados de la mitología.
Cuando el emperador llegó a la Catedral, el coro de los niños entonó el Te Deum laudamus. Pero tendría que esperar a entrar en el Alcázar, para ver por primera vez a Isabel, con la que ya se había desposado por poderes, en la distancia. Un primer y breve encuentro con la novia, una primera entrevista, tras la que se retiraron para engalanarse y prepararse para la Misa de velaciones, que se celebraría en un altar, aderezado en la cuadra de la Media Naranja, el actual Salón de Embajadores. En ella serían cubiertos por el velo o yugo de unión de los esposos, sobre sus cabezas, y recibirían la bendición del cardenal Salviati, legado del Papa.
La NOCHE de BODAS
Acabada la misa, a las doce de la noche, pasó el emperador a su aposento.
“En su cámara, se acostó la emperatriz, é desque fué acostada, pasó el emperador á consumar el matrimonio como católico príncipe”.
Con humor, el bufón imperial Francesillo de Zúñiga, bufonea y juega con el término velar y quedar desvelado, describiendo el tiempo del encuentro íntimo de los nuevos esposos:
“Y esa noche que el Emperador llegó, se desposó; y antes que amaneciese, se veló; y dende a dos horas estuvo desvelado; y ansí se hicieron muchas fiestas y alegrías”.
La LUNA de MIEL en GRANADA
Un paraíso debió parecerle a Isabel, la ciudad de Granada, la más bella de España, en plena explosión de colores y fragancias de primavera. Una exótica flor venida de Persia ha sido ofrecida a la joven esposa: es el clavel, que desde entonces formará parte de la esencia de España.
Muy especiales debieron ser estas primeras semanas. El embajador de Portugal, Azevedo Coutinho, escribe sorprendido y complacido:
“Entre los novios hay mucho contentamiento, a lo que parece, y en cuanto están juntos, aunque todo el mundo esté presente, no ven a nadie; ambos hablan y ríen que nunca hacen otra cosa.”
Un matrimonio de conveniencia, por la suculenta dote que Portugal, la nación más rica del momento (potencia naval por su comercio y expediciones marítimas), le prometía, pero que se convirtió, para asombro de todos, en un matrimonio enamorado, cómplice y y apasionado.
El palacio que después mandará construir al arquitecto Machuca, rozando los Palacios nazaríes en plena Alhambra, será el paradigma del Renacimiento clásico, símbolo del imperio, el señorío y la fuerza de un nuevo César, en la cima de su poder, y de su felicidad. La emperatriz muestra síntomas de embarazo, y la descendencia que asegure la continuidad dinástica está en camino. Felipe II ha sido concebido, en medio de la complicidad y pasión de sus majestades.
SU BELLEZA
No tenemos ningún retrato fiable hecho en vida de la emperatriz. Carlos ya viudo se percató de que no se había pintado a su esposa, y que además de su ausencia, debía sufrir la carencia de un retrato que le hiciera presente a la mujer que tanto había amado. Tiziano por tanto, recibió el encargo años después de la muerte de la retratada y debió pintarla guiándose por un camafeo y por los datos que le daban los cortesanos que la conocieron. Melancolía, evanescencia, ensueño, dulzura, fragilidad y aire de eternidad se respira en la imagen desaparecida e idealizada.
Mi AYUDADORA para gobernar
Pocos conocen y reconocen en Isabel de Portugal, a la mujer con más poder político de su época. Fuero muchos los periodos largos, en los que quedó como regente del Reino. Carlos se ausenta desde finales de 1529 a 1533, para acudir a su coronación en Bolonia.
Pero antes redacta una instrucción a Isabel (20 de abril de 1528) para enseñarle el “oficio” de gobernadora: que acuda en persona a las consultas generales del Consejo los viernes; que si el presidente u otros consejeros quieren hacerle consultas en días diferentes, los oiga de buena gana, pero en los asuntos “de calidad”, que pida antes dictamen a su esposo; que escuche el parecer de los consejeros, pero nunca firme carta o documento alguno, que no esté validado antes por aquellos que deben rubricarlos.
De nuevo en 1535 y 1536 durante la expedición de Argel él mismo la describió como su “ayudadora” en materia de gobierno. Le dejó un poder y se mostró orgulloso de las dotes de gobierno de su mujer, que la obedece, admira y quiere por el amor que ha mostrado a su pueblo:
“…la experiencia que tenemos de su buena y loable gobernación y administración en la dicha ausencia pasada que hicimos…el amor que a estos nuestros Reinos y súbditos tiene, que así por consiguiente es dellos amada, reverenciada y acatada…”
CUIDADOS al MARIDO
Por las descripciones que hizo de su entorno Antonio de Guevara, en 1532, se sabe que la Emperatriz era frugal en su alimentación. Una carta del comendador Cobos a la Reina, demuestra su preocupación por la salud del Emperador y los cuidados que le dispensaba, cómo le enviaba mermeladas para que Carlos V las cenara, cuando se había excedido en la comida.
Ella, en cambio, comía poco, la comida fría, en silencio y sola. Tres damas de rodillas la servían, una cortaba y las otras dos disponían el plato, que traían los hombres, y a su alrededor, galanes y damas, hablaban y reían tan alto que, en ocasiones, la importunaban.
El REGALO deseado
La documentación nos deja entrever algunos de los regalos con los que obsequió el joven Emperador a su esposa. En plenos festejos por las bodas, en abril, le concedió el señorío de la ciudad de Albacete y de la villa de Alcaraz.
Pero no eran villas ni ciudades lo que anhelaba la joven Señora. Isabel tenía conocimiento de los carros de lujo que se usaban en la corte de Bruselas. Preguntaba por ellos y declaraba que le encantaría tenerlos según nos cuenta el ayo Gonzalo de Mendoza:
“preguntaba cómo era la de Flandes, deseando tener de ellas. V.M. debe mandar que traiga Domingo de la Cuadra un par de carros de los de Madama, que haya gloria, o de otros si los hubiere mejores, y caballos para ellos. Será la cosa con que más se holgará.”
Un regalo que nunca llegó. Mientras tanto, la emperatriz iba por las tierras de Toledo en carreta. El príncipe Felipe niño iba en mula y no quiere entrar en la carreta con su madre. Saliendo de Toledo hacia Illescas, con las calles abarrotadas para verlos pasar, atravesando la plaza de Zocodover, bajando por la cuesta real del Arrabal y llegando a la puerta antigua de Bisagra, escoltado por Francisco de Borja, iba en su mulica, diciéndole a su madre la emperatriz: “cosas de reír y muy alegre de verse cabalgando”.
Los ENCARGOS del EMPERADOR
Son los encuentros entre viajes los que permiten que la emperatriz conciba nuevos hijos, tal es su fecundidad. En los primeros 2 años y medio le había hecho “el encargo” de ¡tres hijos! Hasta 6 hijos fueron concebidos, aunque la mitad de ellos morirán al nacer o antes del año. Es el caso de Fernando, que estaba destinado para ser criado por su tía la infanta Margarita en la corte de Bruselas.
“Así os ruego señora que no me querías contradecir y yo solicitaré tanto más a S.M. quando le viese, que os vaya a ver, para que comience otro, que gracias a Dios él no ha menester otra cosa sino hijos para poseer los grandes Reinos y tierras que Dios le dio”. (Bruselas 15 diciembre 1529, Corpus documental de Carlos V)
CONSUELO ante el DOLOR
Tras al muerte del infante Fernando de menos de un año, le escribe el ausente emperador desde Augsburgo el 31 de julio de 1530:
“El fallescimiento del infante, nuestro hijo, habemos sentido, como era razón, pero pues Nuestro Señor, que nos lo dio, lo quiso para sí, debemos conformarnos con su voluntad y darle gracias y suplicarle por lo que queda. Y así os ruego a vos, Señora, muy afectuosamente que lo hagáis y olvidéis y quitéis de vos todo dolor y pena, consolándoos con la prudencia y ánimo que a tal persona conviene…” (Augsburgo 31 julio de 1530. Corpus documental de Carlos V)
AUSENCIAS y PRESENCIAS
Entre mayo de 1527 y mayo de 1539 cuando muere la emperatriz, Carlos se ausenta, al principio tres o cuatro meses por tierras de España pero luego durante uno y hasta dos años a lo largo y ancho de Europa. Italia, Alemania y Austria en 1529 hasta 1533, Túnez en 1535 hasta 1537.
Cuando volvió Carlos en 1533 el encuentro de los esposos se había fijado en Barcelona. Ella llegó, con Felipe niño, en el mes de marzo y todavía habría de esperar un mes al desembarco de su esposo, quién dejando la flota en Rosas, cabalgó incansable día y noche, para entrar en Barcelona a primera hora de la mañana, el 22 de abril de 1533.
En junio se ausenta para asistir a las cortes de Monzón pero vuelve al mes de nuevo a visitar a la Emperatriz que se haya enferma, y el 2 de julio va a la Catedral a dar gracias por la mejoría de su esposa.
En enero de 1534 está toda la familia real reunida en el Alcázar de Toledo, hasta el mes de junio, cuando vuelva a salir camino de las ciudades de Castilla hasta el nuevo rencuentro de los esposos en octubre, en el Alcázar de Madrid. Es entonces cuando la emperatriz concibe a su tercera hija Juana, la futura Juan de Austria, que nacerá el 24 de junio, en ausencia de su padre que de nuevo en abril ha dejado a la emperatriz en la primavera para embarcarse hacia Túnez.
La CARTA más ÍNTIMA
Había prometido volver tras la campaña de Túnez para pasar con ella el invierno. La visita en Roma al Papa, la campaña contra Francia y los problemas en el Milanesado, hacen que se retrase dos años y medio.
Desde Nápoles el 20 de febrero le escribe una carta en la que el tono personal y de ayuda mutua deja ver entre líneas la relación amorosa de complicidad y tierno afecto:
“Por eso, Señora, no son menester aquí soledades y requiebros. Ensanche el corazón para sufrir lo que Dios ordenare…” (Nápoles 20 de febrero 1536. Corpus documental de Carlos).
La MUERTE de la EMPERATRIZ
De salud frágil, sufría a menudo de tercianas, fiebres que se repetían al tercer día de la mejoría. El día 19 de abril de 1539, estando aposentada en el Palacio de Fuensalida de la ciudad de Toledo, comenzó a sentir escalofríos, subiéndole la fiebre por la noche, “mas no pensó que era enfermedad sino accidente de la preñez” por lo que no les avisaron a los médicos. Estuvo bien hasta el día 22 en que la fiebre volvió a subir, estando ya los médicos o físicos Alfaro y Villalobos presentes, pero éstos consideran que sufre de nuevo tercianas, como tantas otras veces.
El día 25 de abril, escriben a Carlos para comunicarle que la emperatriz está enferma. No le dan mucha importancia porque atribuyen la fiebre a estar la emperatriz en “el tercero mes de su preñez, en que suelen a las preñadas venir calenturas y otros accidentes”. No quieren alarmar al emperador, ni interrumpir sus jornadas de caza en Aranjuez. Creen que en cuatro días estará sana, pues son “tan blandos y […] tan mansos accidentes (…) Y por lo susodicho entenderá V. M. cómo creemos de cierto, que la Emperatriz está preñada y así lo confirman otras señales que cada día parecen”.
Cinco días después, el 30 de abril, los médicos escriben al emperador satisfechos porque no ha vuelto a presentarse la terciana. Aun así “no cesaremos ahora de tener gran vigilancia, así en lo que toca a la disposición de las calenturas pasadas, como a la conservación de lo que está en el vientre”. Pero horas después debieron producirse fuertes hemorragias que su comadrona Quirce de Toledo no pudo cortar, fruto del aborto que se desencadenaba y que le provocó una agonía horas después hasta el punto de que al día siguiente, 1 de mayo de 1539 jueves, hacia las 14:00 hrs. del mediodía, moría, a la edad de 36 treinta y seis años.
Un TESTAMENTO muy PERSONAL
En estas horas previas revisó su testamento incluyendo a las niñas nacidas después de Felipe y dictó nuevas mandas testamentarias.
En el testamento anterior que había redactado antes del nacimiento de Felipe II en Valladolid, mayo de 1527, expresaba su voluntad de que su esposo Carlos, dispusiera de toda su fortuna, pero dos años más tarde, nacida también María, reservaba a sus hijos las joyas que quedaran, después de vender las que fueran necesarias para cumplir las misas, limosnas y otras mandas testamentarias. También dejaba a la infanta María sus objetos de oratorio, que finalmente se repartieron con Juana, la última de las hijas.
Delicadeza y sutileza destilan sus últimas voluntades, entre las que en 1535 introdujo el deseo de que se labraran en plata, tantas figuritas de niño, como hijos hubiera tenido, y se depositaran en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua de la catedral de Sevilla, en agradecimiento por su descendencia.
Un ÚLTIMO DESEO
El esposo Carlos ha llegado a tiempo y no se aparta de su lecho. La esposa agoniza y le pide que no permita que abran su cuerpo para embalsamarla. El emperador no consentirá que la toquen. Serán los primeros días de un mayo calurosísimo los testigos del viaje hacia el sur, de una comitiva hacia Granada, que abandona Felipe II niño de doce años, y encabeza el duque de Gandía, Francisco de Borja, de la guardia de la reina y amigo personal. La conmoción del que fue virrey de Cataluña la relata su compañero jesuita Rivadeneyra, cuando esa misma noche, recluido bajo llave en su posada, sufriendo semejante tormenta espiritual, le pide a Dios:
“Dadme Señor mío, dadme Dios mío vuestra luz, dadme vuestro espíritu, dadme vuestra mano y sacadme de este atolladero (…) y si vos me la dais, yo os ofrezco de no servir más a señor que se me pueda morir (…) Nunca más, nunca más servir a señor que se me pueda morir”.
Para el César, Carlos, amo de media Europa en la cima de su poder, éste fue el golpe más fuerte de su vida, del que nunca se repuso pues no solo no volvió a consentir desposarse, sino que en su retiro de Yuste, al final de sus días, contemplaba el retrato de Isabel que compusiera de forma póstuma Tiziano.
A las pocas horas, el Emperador, destrozado por la pérdida de su amada Isabel, se retiró a llorar su dolor y ocultarse del mundo, durante un mes, en el monasterio jerónimo de la Sisla, a las afueras de Toledo.
La carta informativa a su hermana deja traslucir el desgarro y la entereza del monarca, entre lágrimas:
“Yo estoy con la angustia y tristeza que podéis pensar por haber tenido una pérdida tan grande y tan extremada y nada me puede consolar, si no es la consideración de su buena y católica vida y el muy santo fin que ha tenido.”
Autora: Pilar Gordillo
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Me ha encantado esta historia de amor, contada desde otra perspectiva, con datos y anécdotas que no te cuenta nadie. Te atrapa de principio a fin sin poder dejar de leer.
¡¡Queremos más historias!!
Gracias por vuestro trabajo
¡¡Nos alegramos mucho de que te haya gustado esta historia de amor, y nuestra forma de contarla, Clara!! ¡¡Volveremos con nuevas historias!!
Me encanta la historia de los monarcas estoy indagando unos días y leyendo la profanación de la momia del emperador Carlos Mi madre es de Madrigal de las Altas torres cuna de Isabel de Castilla hija de Juan II me encantó la historia que contasteis del amor de la emperatriz y Carlos un saludo
¡Muchas gracias, Jesús! Si disfrutas con la historia de los monarcas, no te pierdas nuestras visitas temáticas sobre Isabel la Católica en Toledo, «Amores y Amoríos en Toledo» y «Paseo con las Damas de la Corte», en las que además de anécdotas y otros datos interesantes de la vida en la Ciudad, profundizamos en la figura de los monarcas y su relación con Toledo. Esperamos verte pronto!